31 de Octubre, SAN ALFONSO RODRÍGUEZ
Con
sus cartas ejerce un verdadero magisterio. Su lenguaje es sencillo y popular
de la época, pero logra páginas de singular belleza al tratar temas de mayor profundidad. La santidad que describe en sus escritos no es aprendida en los
libros, es fruto de su experiencia espiritual.
En
la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, san Alfonso Rodríguez, que, al
perder su esposa e hijos, entró como religioso en la Compañía de Jesús y estuvo
como portero del colegio de aquella ciudad durante largos años, mostrando una
gran humildad, obediencia y constancia en una vida penitente.
Estaba
un día enfermo y le llevó el enfermero la comida a la cama con un mandato de
parte del Padre Superior: «que se coma todo el plato». Cuando regresa el
enfermero, le encuentra deshaciendo el plato y comiéndolo pulverizado. El santo
se impuso a sí mismo una obediencia ciega; se exigió a sí mismo tanto que uno
de los padres le dijo un buen día «que obedecía a lo asno».
Nació
en Segovia en el año 1533, segundo de los once hijos del matrimonio formado por
Diego Rodríguez y María Gómez que vivían del comercio de paños.
Su
niñez y juventud estuvieron ligadas a la Compañía de Jesús. A los doce años
fueron alojados en su casa Pedro Fabro y otro jesuita, cuyas enseñanzas
atesoró. Estudió en el Colegio de los jesuitas de Alcalá de Henares.
A
la muerte de su padre se encarga de sacar adelante el negocio familiar, pero su
incompetencia es notable para el negocio de los paños.
Contrae
matrimonio con María Juárez con quien tiene dos hijos. Pero la mala fortuna
parece que le persigue: muere uno de sus hijos y su mujer y el negocio va de
mal en peor; luego fallece su otro hijo y su madre. Alonso se ha quedado solo.
Se
produce entonces una crisis fuerte que resuelve con confesión general y con el
deseo de comenzar una nueva vida tomando un impresionante ritmo interior de
trato con Dios y que mantiene por seis años. Cede a sus hermanos sus bienes y
marcha a Valencia en 1569 con el propósito de ingresar en la Compañía; pero no
contaba con insalvables obstáculos: su edad, la falta de estudios y escasa
salud.
Por
fin es admitido en el Colegio Monte Sión en el año 1571; desde el año 1572
ocupa el cargo de portero hasta el 1610 que hacen casi cuarenta años
Es
considerado en la Compañía como modelo para los hermanos legos por su ejercicio
permanente para lograr auténtica familiaridad con Dios, por su obediencia
absoluta y por su amor y deseo de tribulación.
Este
humilde y santo portero fue durante su vida un foco radiante de espiritualidad
de la que se beneficiaron tanto los superiores que le trataron como los
novicios con los que tuvo contacto; un ejemplo representativo está en San Pedro Claver,
el apóstol de los esclavos.
Con
sus cartas ejerce un verdadero magisterio. Su lenguaje es sencillo y el popular
de la época, pero logra páginas de singular belleza al tratar temas de mayor
entusiasmo. La santidad que describe en sus escritos no es aprendida en los
libros, es fruto de su experiencia espiritual.
Fue
canonizado por el papa León XIII junto con San Pedro Claver.
(Fuente:
archimadrid.es)
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