Evangelio
del día, lecturas del domingo, meditación
La salvación de las almas es obra de
Dios en la que colaboramos, y no al revés, sin embargo, vivimos al revés, hacemos
lo que queremos y esperamos que Él lo apruebe o entre en el lugar estrecho y
limitado que le dedicamos.
Nuestra espiritualidad, culto,
religión, es como San Juan Bautista, el mas grande de los nacidos de mujer,
pero es solo algo humano, es solo el Precursor, por mas santo que haya llegado
a ser, es una voz que grita en el desierto, no es El Señor.
El Señor debe ocupar el primer
lugar, Él debe tener capacidad de disposición de nuestra vida, como verdadero
Señor-Dóminus-Dueño, Él debe tener la capacidad de hacer en y de nosotros lo
que quiera, pero eso no se lo hemos dado aun, todavía estamos pensando en lo
que Él puede y debe hacer por y para nosotros.
Lo que hicimos hasta ahora está
bien, pero es solo humano porque le hemos dejado poco lugar al Señor, Él no ha
llegado a ser verdaderamente Dios y Señor, no reina como es debido en nuestra
vida llena de obras humanas y desbordante de orgullo.
Notar que dice, ¿Quién podrá salvarse?, y El
Señor responde “Es imposible para los
hombres, pero para Dios todo es posible”.
La salvación de las almas es obra de Dios en
la que colaboramos, y no al revés, sin embargo, vivimos al revés, hacemos lo que
queremos y esperamos que Él lo apruebe o entre en el lugar estrecho y limitado
que le dedicamos.
En este evangelio, El Señor, nos habla
directamente a nosotros, somos como el rico, hemos construido un culto, una
espiritualidad, una religiosidad muy humana, algo de lo que estamos orgullosos,
satisfechos, esa es nuestra riqueza.
En esa obra humana, Dios tiene poco lugar, si
bien siempre hablamos de Él y sobre Él, no lo hemos dejado hablar a Él.
No nos hemos dejado Guiar por El Señor, no le
hemos permitido que decida, que tenga parte verdaderamente en nuestra vida.
Nuestra espiritualidad, culto, religión, es
como San Juan Bautista, el mas grande de los nacidos de mujer, pero es solo algo
humano, es solo el Precursor, por mas santo que haya llegado a ser, es una voz
que grita en el desierto, no es El Señor.
Eso es lo que debemos dejar para comenzar a seguir
al Señor en verdad, aun no lo hemos recibido verdaderamente, todo lo hacemos
por nosotros mismos y no lo dejamos obrar a Él, no lo dejamos Ser y Hacer.
Por nosotros mismos no nos salvamos, terminaos
extraviándonos, perdemos el rumbo, construimos vanidades y acabamos pactando
con el adversario y el mundo.
El Señor debe ocupar el primer lugar, Él debe
tener capacidad de disposición de nuestra vida, como verdadero Señor-Dóminus-Dueño,
Él debe tener la capacidad de hacer en y de nosotros lo que quiera, pero eso no
se lo hemos dado aun, todavía estamos pensando en lo que Él puede y debe hacer
por y para nosotros.
Lo que hicimos hasta ahora está bien, pero es
solo humano porque le hemos dejado poco lugar al Señor, Él no ha llegado a ser
verdaderamente Dios y Señor, no reina como es debido en nuestra vida llena de
obras humanas y desbordante de orgullo.
Lecturas de hoy Domingo
28º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Primera lectura Lectura del libro de la
Sabiduría (7,7-11):
Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espiritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.
Palabra de Dios
Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espiritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.
Palabra de Dios
Salmo Sal 89,12-13.14-15.16-17
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Dános alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R/.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Dános alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R/.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Segunda lectura Lectura de la carta a los
Hebreos (4,12-13):
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy Lectura del santo
evangelio según san Marcos (10,17-30):
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego síguerne.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego síguerne.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»
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