Evangelio
del día, lecturas del domingo, meditación
El Señor
dijo que no ha venido a ser servido sino a servir, sin embargo, continuamos insistiendo
en que nosotros lo servimos a Él sin dejarnos servir-amar por Él.
A la
vez, pretendemos que nos sirva como se nos ocurre, vine en ganas o como queremos
según necesidades, miedos, intereses, ambiciones.
Es hora
de dejar que El Señor nos sirva como Él quiere hacerlo, como Salvador, que nos
guíe a la salvación venciendo-derrotando a la voluntad humana rebelde, egoísta y
miserable, caprichosa e inmadura que finge estar a favor de nosotros cuando en
realidad solo obra por y para su satisfacción, que es la causa de nuestra ruina
actual y eterna.
Cuando amamos a Dios en verdad, vamos
renunciando a nosotros mismos, deponemos la voluntad propia y nos entregamos a lo
que Él quiere, Él es primero y con gusto nos olvidamos por completo del ‘yo’.
Esta manera constante de caminar, provoca que
el ‘yo’ se rebele, oponga y subleve, nos hace la contra, con violencia exige
que no lo olvidemos, que no lo arrojemos al olvido por prestarle atención a
Dios.
Nos juega en contra moviéndose por cuenta
propia buscando su satisfacción. Acá es que se cumple lo que dijo San Pablo, no
hago el bien que quiero sino el mal que no quiero.
Este es el lugar para librar el combate
espiritual, debemos acallar al ‘yo’, limitarlo y continuar obedeciendo a Dios.
Considerar que el enemigo infernal nos
provoca, cuestiona y desafía, nos sugiere que perdemos cuando obedecemos a Dios
y busca la manera de hacernos creer que estamos obrando mal y que nos
perjudicamos.
Esto es porque lo perjudicamos a él, porque al
obedecer a Dios, no hay lugar para que satanás se meta en nuestra vida, pierde él,
pierde poder, capacidad de disposición.
Debemos esforzarnos, buscar a Dios, discernir Su
Voluntad, ajustar el rumbo, perseverar en el Camino.
Considerar que El Señor dijo que no ha venido
a ser servido sino a servir, sin embargo, continuamos insistiendo en que
nosotros lo servimos a Él sin dejarnos servir-amar por Él.
A la vez, pretendemos que nos sirva como se
nos ocurre, vine en ganas o como queremos según necesidades, miedos, intereses,
ambiciones.
Es hora de dejar que El Señor nos sirva como Él
quiere hacerlo, como Salvador, que nos guíe a la salvación venciendo-derrotando
a la voluntad humana rebelde, egoísta y miserable, caprichosa e inmadura que
finge estar a favor de nosotros cuando en realidad solo obra por y para su satisfacción,
que es la causa de nuestra ruina actual y eterna.
Lecturas del Domingo 29º
del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Primera lectura, Lectura del libro de
Isaías (53,10-11):
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Palabra de Dios
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Palabra de Dios
Salmo, Sal 32,4-5.18-19.20 y 22
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
Segunda lectura, Lectura de la carta a los
Hebreos (4,14-16):
Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un no sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Palabra de Dios
Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un no sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Palabra de Dios
Evangelio, Lectura del santo evangelio
según san Marcos (10,35-45):
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
Palabra del Señor
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