10 de Octubre, fiesta de San Abraham, Patriarca
Dios no es libre de ser verdaderamente
Dios, no tiene plena capacidad de disposición en nuestra vida, no puede decidir
ni hacer porque formamos nuestra vida sin Él aun hablando sobre Él todo el
tiempo, ¿Quién hace verdadero discernimiento de su Voluntad para
obedecerlo-seguirlo y no obstaculizarlo?.
El problema es la costumbre, somos leales
a nosotros mismos, a las costumbres inventadas, impuestas, eso que hacemos o no
hacemos y en donde permanecemos encerrados, evadidos y donde no damos lugar a Dios.
Considerar que abrám, (Luego de su encuentro con Dios, Abraham), dejó
costumbres, pensamientos, ideas preconcebidas, concepciones propias y aceptó la novedad
de la Fe, creyó en Dios olvidándose de sí, de sus límites, miedos, dudas.
Por miedo-debilidad-inconsistencia,
nos miramos-pensamos en nosotros olvidándonos de Dios, no le prestamos la
debida atención. Nos hemos vuelto leales al ‘yo’, y aun hablando sobre
la Fe, no la vivimos porque pretendemos vivir por y para nosotros mismos como
esclavos de nuestro ego-orgullo.
La Verdad llama en la realidad. Esos
golpes de realidad son para que volvamos, abramos los ojos, salgamos de nosotros
mismos, pero, por miedo, debilidad y por no levantar la cabeza y no confiar en
Dios, nos hundimos aun mas en la propia miseria.
No admitimos que necesitamos a Dios, nos
hundimos-encerramos en nosotros mismos y pretendemos vivir por y para nosotros
permaneciendo en las tinieblas del olvido de Dios y en la oscuridad de la
negación de Él.
Nos encerramos y ahogamos-perdemos en la nada
propia naufragando en preocupaciones inútiles olvidándonos de Dios aun cuando
hablamos de Él todo el tiempo.
Le damos poco lugar, confiamos poco en Él, no
creemos realmente en su Amor.
Lo poco que hacemos es solo con la cabeza, es
pensamiento, no se traduce en Fe real, hechos concretos, una actitud de vida
coherente.
Permanecemos evadidos de la realidad preocupándonos
solo y siempre por nosotros mismos y chapoteando en el barro de miserias,
corrupciones olvido y negación de Dios.
En ese abismo de inútil, agobiante preocupación
por sí, la realidad nos llama, nos golpea.
Esos golpes de realidad son para que volvamos,
abramos los ojos, salgamos de nosotros mismos, pero, por miedo, debilidad y por
no levantar la cabeza y no confiar en Dios, nos hundimos aun mas en la propia
miseria. La Verdad llama en la realidad.
Somos ególatras narcisistas, no levantamos la
cabeza, solo y siempre pensamos en nosotros mismos, y esto es miedo.
Por miedo-debilidad-inconsistencia, nos miramos-pensamos
en nosotros olvidándonos de Dios, no le prestamos la debida atención.
Nos hemos vuelto leales a nuestro ‘yo’, y aun
hablando sobre la Fe, no la vivimos porque pretendemos vivir por y para nosotros
mismos como esclavos de nuestro ego-orgullo.
El miedo nos vuelve débiles y por esa
debilidad nos hacemos caprichosos. Los caprichos son falsa fortaleza. Así es
como nos encerramos volviéndonos tercos, fingiendo que es fortaleza lo que es
prisión.
Dios no es libre de ser verdaderamente Dios,
no tiene plena capacidad de disposición en nuestra vida, no puede decidir ni
hacer porque formamos nuestra vida sin Él aun hablando sobre Él todo el tiempo,
¿Quién hace verdadero discernimiento de su Voluntad para obedecerlo-seguirlo y
no obstaculizarlo?.
Una vez mas, el problema es la costumbre, somos
leales a nosotros mismos, a las costumbres inventadas, impuestas, eso que
hacemos o no hacemos y en donde permanecemos encerrados, evadidos y donde no
damos lugar a Dios. Considerar que abrám, (Luego de su encuentro con Dios, Abraham),
dejó costumbres, pensamientos, ideas preconcebidas, concepciones y aceptó la
novedad de la Fe, creyó en Dios olvidándose de sí, de sus límites, miedos,
dudas.
No nos quebramos, no nos rendimos, no nos
damos por vencidos, no admitimos que necesitamos de Dios, no vamos a Él con un
corazón contrito y humillado, esto es orgullo, y por eso no hay lugar para Dios.
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