28 oct 2018

Evangelio del día, lecturas del domingo, meditación


Evangelio del día, lecturas del domingo, meditación



Aun no creemos en Dios, no creemos como creemos que creemos, no confiamos en su Amor.

No hacemos mas que proclamas, parecemos políticos, todo es de la boca hacia fuera, Dios no tiene libertad de disposición en nuestra vida porque continuamos hundiéndonos en el abismo del ego, viviendo para apariencias y generando orgullo.

Él aun no ha entrado al centro neurálgico en el que se adoptan las decisiones, tiene mando pero no comando, es un Rey que manda pero no gobierna. Hablamos sobre Él, incluso a Él, pero no lo escuchamos, y consecuentemente, no lo obedecemos.
                                                                                                     


 Notar el detalle, el ciego del Evangelio solo pidió la vista temporal, y eso le concedió El Señor en su Paso por el mundo, sin embargo, a otros enfermos, al ver su Fe, les dijo “Tu Fe te ha salvado”.

 El ciego del Evangelio de hoy, no tenía mas que aspiraciones temporales, por ello, solo consiguió bienes temporales, favores de Dios muy limitados.

 No somos diferentes, continuamos sumergidos en el abismo de egolatría narcisista en el que nos hemos convertido no haciendo otra cosa mas que preocuparnos por nosotros mismos, mientras permanecemos en el olvido de Dios, en las tinieblas de estos tiempos.

 Aun no creemos en Dios, no creemos como creemos que creemos, no confiamos en su Amor.

 Para llegar a creer verdaderamente en Dios, debemos dejarlo libre, libre de Ser y Hacer como quiera.

 Él aun no puede disponer de nosotros, motivo por el que no puede Ser, no puede reinar, aun no ha establecido su Reino, no puede ejercer su oficio de Salvador.

 Aun lo dejamos afuera, en el patio exterior, sabemos sobre Él, pero no lo hemos recibido, todo es superficial.

 Para que sea verdaderamente Dios y Señor en nuestra vida, debe poder disponer, reinar, hacer Su Voluntad.

 No hacemos mas que proclamas, parecemos políticos, todo es de la boca hacia fuera, Dios no tiene libertad de disposición en nuestra vida porque continuamos hundiéndonos en el abismo del ego, viviendo para apariencias y generando orgullo.

 No discernimos su Voluntad y, consecuentemente, terminamos oponiéndonos a Él, no lo obedecemos, solo construimos apariencias de espiritualidad, un culto externo y superficial sin un verdadero amor, sin real aceptación.

 Él aun no ha entrado al centro neurálgico en el que se adoptan las decisiones, tiene mando pero no comando, es un Rey que manda pero no gobierna. Hablamos sobre Él, incluso a Él, pero no lo escuchamos, y consecuentemente, no lo obedecemos.

 Dios Es Dios, pero en los Cielos, no en la tierra de nuestra vida-casa-corazón, solo hemos construido apariencias de religiosidad por un culto superficial desamorado.

 Es hora de reconsiderar la vida de no-vida que venimos llevando, una vida sin un Dios Vivo y real, de lo contrario, continuaremos desbarrancándonos hacia el abismo eterno por un camino de autodestrucción.



Lecturas de hoy Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo B


Primera lectura Lectura del libro de Jeremías (31,7-9):

Así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.»

Palabra de Dios


Salmo Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6

R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.


Segunda lectura Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-6):

Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, se gún el rito de Melquisedec.»

Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,46-52):

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Palabra del Señor


No hay comentarios.:

Publicar un comentario