12 de Octubre, fiesta de NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
¿Cómo
surgió la imagen?
Los Santos Ángeles pusieron el trono de su
Reina y Señora a la vista del Apóstol, que estaba en altísima oración y más que
los discípulos sentía la música y percibía la luz. Traían consigo los Ángeles
prevenida una pequeña columna de mármol o de jaspe, y de otra materia
diferente habían formado una imagen no grande de la Reina del cielo. Y a esta
imagen traían otros Ángeles con gran veneración, y todo se había prevenido
aquella noche con la potencia que estos divinos espíritus obran en las cosas
que la tienen.
(Extracto de la obra “Mística Ciudad de Dios”, de
la Venerable Sierva de Dios Sor María de Jesús de Ágreda).
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1.- Viene María
santísima de Jerusalén a Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania] en España, por
voluntad de su Hijo nuestro Salvador, a visitar a Santiago, y lo que sucedió en
esta venida y el año y día en que se hizo.
2.- Entró Su
Majestad con esta grandeza en el oratorio de su beatísima Madre, y la religiosa
y humilde Virgen le adoró con excelente culto y veneración de lo íntimo de su
purísima alma.
3.- Señor mío y
verdadero Dios, hágase Vuestra voluntad santa en Vuestra sierva y Madre por
toda la eternidad
4.- Respondióla
Cristo nuestro Redentor
5.- Sobre cómo fue
el advenimiento
6.- El Apóstol
Santiago
7.- De dónde surgió
la imagen
8.- Quedase en él
un Ángel Santo encargado de su custodia, y desde aquel día hasta ahora persevera
en este ministerio
9.- Las promesas
aquí referidas, así de Cristo nuestro Salvador como de su Madre santísima, para
conservar aquel templo y lugar suyo, aunque parecen absolutas, tienen
implícita o encerrada una condición
10.- Acabó la
pequeña capilla donde está la santa Imagen y columna, con favor y asistencia de
los Ángeles
11.- ¿Cuándo sucedió
este milagroso aparecimiento de María santísima?
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1.- Viene María santísima de Jerusalén a
Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania] en España, por voluntad de su Hijo nuestro
Salvador, a visitar a Santiago, y lo que sucedió en esta venida y el año y día
en que se hizo.
Todo el cuidado de nuestra gran Madre y
Señora María santísima estaba empleado y convertido a los aumentos y
dilatación de la Santa Iglesia, al consuelo de los Apóstoles, discípulos y de
los otros fieles, y a defenderlos del infernal Dragón y sus ministros en la persecución
y asechanzas que les prevenían estos enemigos. Con su incomparable caridad,
antes de venir a Efeso ni partir de Jerusalén, ordenó y dispuso muchas cosas,
en cuanto le fue posible, por sí y por ministerio de los Santos Ángeles, para
prevenir todo lo que en su ausencia le pareció conveniente, porque entonces no
tenía noticia del tiempo que duraría esta jornada y la vuelta a Jerusalén. Y la
mayor diligencia que pudo hacer fue su continua y poderosa oración y peticiones
a su Hijo santísimo, para que con el poder infinito de su brazo defendiese a
sus Apóstoles y siervos y quebrantase la soberbia de lucifer, desvaneciendo las
maldades que en su astucia fabricaba contra la gloria del mismo Señor. Sabía la
prudentísima Madre que de los Apóstoles el primero que derramaría su sangre por
Cristo nuestro Señor era San Jacobo [Santiago Mayor], y por esta razón, y por
lo mucho que la gran Reina le amaba, como dije arriba (Cf. supra n. 320), hizo
particular oración por él entre todos los Apóstoles.
2.- Entró Su Majestad con esta grandeza en
el oratorio de su beatísima Madre, y la religiosa y humilde Virgen le adoró
con excelente culto y veneración de lo íntimo de su purísima alma.
Estando la divina Madre en estas peticiones,
un día, que era el cuarto antes de partir a Efeso, sintió en su castísimo
corazón alguna novedad y efectos dulcísimos, como le sucedía otras veces para
algún particular beneficio que se le acercaba. Estas obras se llaman palabras
del Señor en el estilo de la Escritura, y respondiendo a ellas María santísima,
como maestra de la ciencia, dijo:
Señor mío, ¿qué me mandáis hacer y qué queréis
de mí? Hablad, Dios mío, que vuestra sierva oye.
Y en repitiendo estas razones vio a su Hijo
santísimo que en persona descendía del cielo a visitarla en un trono de inefable
majestad y acompañado
de innumerables Ángeles
de todos los órdenes y coros celestiales. Entró Su Majestad con esta
grandeza en el oratorio de su beatísima Madre, y la religiosa y humilde Virgen
le adoró con excelente culto y veneración de lo íntimo de su purísima alma. Luego
la habló el Señor y la dijo:
Madre mía amantísima, de quien recibí el ser
humano para salvar al mundo, atento estoy a vuestras peticiones y deseos santos
y agradables en mis ojos. Yo defenderé a mis apóstoles e Iglesia y seré su
padre y protector, para que no sea vencida, ni prevalezcan contra ella las
puertas del infierno (Mt 16, 18). Ya sabéis que para mi gloria es necesario que
trabajen con mi gracia los Apóstoles y que al fin me sigan por el camino de la
cruz y muerte que padecí para redimir al linaje humano. Y el primero que me ha
de imitar en esto es Jacobo [Santiago Mayor] mi fiel siervo, y quiero que
padezca martirio en esta ciudad de Jerusalén. Y para que él venga a ella y
otros fines de mi gloria y vuestra, es mi voluntad que luego le visitéis en
España, donde predica mi santo nombre. Quiero, Madre mía, que vayáis a Zaragoza
[Caesaraugusta in Hispania], donde está ahora, y le ordenéis que vuelva a
Jerusalén y antes que parta de aquella ciudad edifique en ella un templo en
honra y título de vuestro nombre, donde seáis venerada e invocada para
beneficio de aquel reino y gloria y beneplácito mío y de nuestra Beatísima
Trinidad.
3.- Señor mío y verdadero Dios, hágase
Vuestra voluntad santa en Vuestra sierva y Madre por toda la eternidad
Admitió la gran Reina del cielo esta
obediencia de su Hijo santísimo con nuevo júbilo de su alma. Y con el rendimiento
digno respondió y dijo:
Señor
mío y verdadero Dios, hágase Vuestra voluntad santa en Vuestra sierva y Madre
por toda la eternidad y en ella os alaben todas las criaturas por las obras
admirables de Vuestra piedad inmensa con Vuestros siervos. Yo, Señor mío, Os
magnifico y bendigo en ellas y os doy humildes gracias en nombre de toda la
Santa Iglesia y mío.
Dadme licencia, Hijo
mío, para que
en el Templo que mandáis edificar
a Vuestro siervo Jacobo pueda yo prometer en Vuestro Santo Nombre la
protección especial de Vuestro brazo poderoso, y que aquel lugar sagrado sea
parte de mi herencia para todos los que en él invocaren con devoción Vuestro
mismo Nombre y el favor de mi intercesión con Vuestra clemencia.
4.- Respondióla Cristo nuestro Redentor:
Madre mía, en quien se complació mi voluntad,
yo os doy mi real palabra que miraré con especial clemencia y llenaré de
bendiciones de dulzura a los que con humildad y devoción vuestra me invocaren y
llamaren en aquel templo por medio de vuestra intercesión. En vuestras manos
tengo depositados y librados todos mis tesoros, y como Madre que tenéis mis
veces y potestad podéis enriquecer y señalar aquel lugar y prometer en él
vuestro favor, que todo lo cumpliré como fuere vuestra agradable voluntad.
5.- Sobre cómo fue el advenimiento
Agradeció de nuevo María santísima esta
promesa de su Hijo y Dios omnipotente, y luego, por mandato del mismo Señor,
grande número de los Ángeles que la acompañaban formaron un trono real de una
nube refulgentísima y la pusieron en él como a Reina y Señora de todo lo
criado. Cristo nuestro Señor con los demás Ángeles se subió a los cielos,
dándola su bendición. Y la purísima Madre, en manos de serafines y acompañada
de sus mil Ángeles con los demás, partió a Zaragoza [Caesaraugusta in
Hispania], en España, en alma y cuerpo mortal. Y aunque la jornada se pudo
hacer en brevísimo tiempo, ordenó el Señor que fuese de manera que los Santos
Ángeles formando coros de dulcísima armonía viniesen cantando a su Reina
loores de júbilo y alegría.
Unos cantaban el Ave María, otros Salve
Sancta parens y Salve Regina, otros, Regina coeli laetare, etc. Alternando
estos cánticos a coros y respondiéndose unos a otros con armonía y consonancia
tan concertada, cuanto no alcanza la capacidad humana. Respondía también la
gran Señora oportunamente, refiriendo toda aquella gloria al Autor que se la
daba, con tan humilde corazón, cuanto era grande este favor y beneficio.
Repetía muchas veces:
Santo,
Santo, Santo Dios de Sabaot, ten misericordia de los míseros hijos de Eva. Tuya
es la gloria, tuyo es el poder y la majestad, tú sólo el Santo, el Altísimo y
el Señor de todos los ejércitos celestiales y de lo criado.
Y
los Ángeles respondían también a estos cánticos tan dulces en los oídos del
Señor, y con ellos llegaron a Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania] cuando ya se
acercaba la media noche.
6.- El Apóstol Santiago
El felicísimo Apóstol Santiago estaba con
sus discípulos fuera de la ciudad, pero arrimado al muro que correspondía a
las márgenes del río Ebro, y para ponerse en oración se había apartado de
ellos algún espacio competente, quedando los discípulos algunos durmiendo y
otros orando como su maestro; y porque todos estaban desimaginados de la
novedad que les venía, se alargó un poco la procesión de los Santos Ángeles
con la música, de manera que no sólo Santiago lo pudiese oír de lejos, sino
también los discípulos, con que despertaron los que dormían y todos fueron
llenos de suavidad interior y admiración, con celestial consuelo que los ocupó
y casi enmudeció, dejándolos suspensos y derramando lágrimas de alegría.
Reconocieron en el aire grandísima luz, más
que si fuera al mediodía, aunque no se extendía universalmente más que en
algún espacio, como un gran globo. Con esta admiración y nuevo gozo estuvieron
sin menearse hasta que los llamó su Maestro. Con estos maravillosos efectos que
sintieron, ordenó el Señor que estuviesen prevenidos y atentos a lo que de
aquel gran misterio se les manifestase.
7.- De dónde surgió la imagen
Los Santos Ángeles pusieron el trono de su
Reina y Señora a la vista del Apóstol, que estaba en altísima oración y más que
los discípulos sentía la música y percibía la luz. Traían consigo los Ángeles
prevenida una pequeña columna de mármol o de jaspe, y de otra materia
diferente habían formado una imagen no grande de la Reina del cielo. Y a esta
imagen traían otros Ángeles con gran veneración, y todo se había prevenido
aquella noche con la potencia que estos divinos espíritus obran en las cosas
que la tienen.
Manifestósele a Santiago la Reina del cielo
desde la nube y trono donde estaba rodeada de los coros de los Ángeles, todos
con admirable hermosura y refulgencia, aunque la gran Señora los excedía en
todo a todos. El dichoso Apóstol se postró en tierra y con profunda reverencia
adoró a la Madre de su Criador y Redentor y vio juntamente la Imagen y columna
o pilar en mano de algunos Ángeles. La piadosa Reina le dio la bendición en
nombre de su Hijo santísimo y le dijo:
Jacobo [Santiago Mayor], siervo del Altísimo,
bendito seáis en su diestra; Él os salve y manifieste la alegría de su divino
rostro.
Y todos los Ángeles respondieron: Amén.—
Prosiguió la Reina del cielo y dijo:
Hijo mío Jacobo [Santiago Mayor], este lugar
ha señalado y destinado el altísimo y todopoderoso Dios del cielo, para que en
la tierra le consagréis y dediquéis en un Templo y casa de oración, de donde
debajo del título de mi nombre quiere que el suyo sea ensalzado y engrandecido
y que los tesoros de su divina diestra se comuniquen, franqueando liberalmente
sus antiguas misericordias con todos los fieles y que por mi intercesión las
alcancen, si las pidieren con verdadera fe y piadosa devoción. Yo en nombre del
Todopoderoso les prometo grandes favores y bendiciones de dulzura y mi
verdadera protección y amparo, porque éste ha de ser Templo y casa mía y mi
propia herencia y posesión. Y en testimonio de esta verdad y promesa
quedará aquí esta columna y colocada mi propia imagen, que en este lugar donde
edificaréis mi templo perseverará y durará con la santa fe hasta el fin del
mundo. Daréis luego principio a esta casa del Señor, y habiéndole hecho
este servicio partiréis a Jerusalén, donde mi Hijo santísimo quiere que le
ofrezcáis el sacrificio de vuestra vida en el mismo lugar en que dio la suya
para la Redención humana.
Dio fin la gran Reina a su razonamiento,
mandando a los Ángeles que colocasen la columna y sobre ella la santa Imagen en
el mismo lugar y puesto que hoy están, y así lo ejecutaron en un momento. Luego
que se erigió la columna y se asentó en ella la sagrada Imagen, los mismos
Ángeles, y también el Santo Apóstol, reconocieron aquel lugar y título por casa
de Dios, puerta del cielo y tierra santa y consagrada en templo para gloria del
Altísimo e invocación de su beatísima Madre. Y en fe de esto dieron culto,
adoración y reverencia a la divinidad, y Santiago se postró en tierra, y los
Ángeles con nuevos cánticos celebraron los primeros con el mismo Apóstol la nueva
y primera dedicación de Templo que se instituyó en el orbe después de la
Redención humana y en nombre de la gran Señora del cielo y tierra.
Este fue el origen felicísimo del santuario de
Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania], que con justa
razón se llama cámara angelical, casa propia de Dios y de su Madre purísima, y
digna de la veneración de todo el orbe y fiador seguro y abonado de los
beneficios y favores del cielo, que no desmerecieron nuestros pecados.
Paréceme a mí que nuestro gran patrón y
Apóstol el segundo Jacobo dio principio más glorioso a este templo que el
primer Jacobo al suyo de Betel, cuando caminaba peregrino a Mesopotamia, aunque
aquel título y piedra que levantó (Gen 28, 18) fuese lugar del futuro templo de
Salomón. Allí vio en sueños Jacob la escala mística en figura y sombra con los
Ángeles, pero aquí vio nuestro Jacobo la escala verdadera del cielo con los
ojos corporales, y más Ángeles que en aquélla. Allí se levantó la piedra en título
para el templo que muchas veces se había de destruir y en algunos siglos
tendría fin, pero aquí, en la firmeza de esta verdadera columna consagrada,
se aseguró el templo, la fe y culto del Altísimo hasta que se acabe el mundo,
subiendo y bajando Ángeles a las alturas con las oraciones de los fieles y con
incomparables beneficios y favores que distribuye nuestra gran Reina y Señora
a los que en aquel lugar con devoción la invocan y con veneración la honran.
8.- Quedase en él un Ángel Santo encargado
de su custodia, y desde aquel día hasta ahora persevera en este ministerio
Dio humildes gracias nuestro Apóstol a María
santísima y la pidió el amparo de este reino de España con especial protección,
y mucho más de aquel lugar consagrado a su devoción y nombre. Y todo se lo
ofreció la divina Madre, y dándole de nuevo su bendición, la volvieron los
Ángeles a Jerusalén con el mismo orden que la habían traído. Pero antas, a
petición suya, ordenó el Altísimo que para guardar aquel santuario y defenderle
quedase en él un Ángel Santo encargado de su custodia, y desde aquel día hasta
ahora persevera en este ministerio y le continuará cuanto allí durare y
permaneciere la Imagen sagrada y la columna.
De aquí ha resultado la maravilla que todos
los fieles y católicos reconocen de haberse conservado aquel santuario ileso y
tan intacto por mil seiscientos [dos mil] años entre la perfidia de los
enemigos de la santa fe, la idolatría de los romanos, la herejía de los
arríanos y la bárbara furia de los moros y paganos [y modernos comunistas]; y
fuera mayor la admiración de los cristianos, si en particular tuvieran noticia
de los arbitrios y medios que todo el infierno ha fabricado en diversos
tiempos para destruir este santuario por mano de todos estos infieles y
naciones. No me detengo en referir estos sucesos, porque no es necesario y
tampoco pertenecen a mi intento. Basta decir que por todos estos enemigos
de Dios lo ha intentado lucifer muchas veces, y todas lo ha defendido el Ángel
Santo que guarda aquel sagrario.
9.- Las promesas aquí referidas, así de
Cristo nuestro Salvador como de su Madre santísima, para conservar aquel
templo y lugar suyo, aunque parecen absolutas, tienen implícita o encerrada una
condición
Pero advierto dos cosas que se me han
manifestado para que aquí las escriba.
1.-
La una, que las promesas aquí referidas, así de Cristo nuestro Salvador como de
su Madre santísima, para conservar aquel templo y lugar suyo, aunque parecen
absolutas, tienen implícita o encerrada la condición, como sucede en otras
muchas promesas de la Escritura Sagrada, que tocan a particulares beneficios
de la divina gracia.
Y la condición es, que de nuestra parte
obremos de manera que no desobliguemos a Dios para que nos prive del favor y
misericordia que nos promete y ofrece. Y porque Su Majestad en el secreto de su
justicia reserva el peso de estos pecados con que le podemos desobligar, por
eso no expresa ni declara esta condición; y porque también estamos avisados en
su Santa Iglesia, que sus promesas y favores no son para que usemos de ellos
contra el mismo Señor, ni pequemos en confianza de su liberal misericordia,
pues ninguna ofensa tanto como ésta nos hace indignos de ella. Y tales y tantos
pueden ser los pecados de estos reinos y de aquella piadosa ciudad de Zaragoza
[Caesaraugusta in Hispania], que lleguemos a poner de nuestra parte la
condición y número por donde merezcamos ser privados de aquel admirable
beneficio y amparo de la gran Reina y Señora de los Ángeles.
2.-
La segunda advertencia no menos digna de consideración es, que lucifer y sus
demonios, como conocen estas verdades y promesas del Señor, ha pretendido y
pretende siempre la malicia de estos dragones infernales introducir mayores
vicios y pecados en aquella ilustre ciudad y en sus moradores con más eficacia
y astucia que en otras, y en especial de los que más pueden desobligar y
ofender a la pureza de María santísima. El intento de esta serpiente antigua
mira a dos cosas execrables:
La una que, si puede ser, desobliguen los
fieles a Dios para que les conserve allí aquel sagrado y por este camino
consiga lucifer lo que por otros no ha podido; la otra, que si no puede
alcanzar esto, por lo menos impida en las almas la veneración y piedad de aquel
templo sagrado y los grandes beneficios que tiene prometidos en él María
santísima a los que dignamente los pidieren.
Conoce bien lucifer y sus demonios que los
vecinos y moradores de Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania] están obligados a
la Reina de los cielos con más estrecha deuda que muchas otras ciudades y
provincias de la cristiandad, porque tienen dentro de sus muros la oficina y
fuente de los favores y beneficios que otros van a buscar a ella. Y si con la
posesión de tanto bien fuesen peores, y despreciasen la dignación y clemencia
que nadie les pudo merecer, esta ingratitud a Dios y a su Madre santísima
merecería mayor indignación y más grave castigo de la Justicia divina.
Confieso con alegría a todos los que leyeren
esta Historia, que por escribirla a solas dos jornadas de Zaragoza
[Caesaraugusta in Hispania] tengo por muy dichosa esta vecindad [en Soria] y
miro aquel santuario con gran cariño de mi alma, por la deuda que todos conocerán
tengo a la gran Señora del mundo. Reconózcome también obligada y agradecida a
la piedad de aquella ciudad, y en retorno de todo esto quisiera con voces vivas
renovar en sus moradores la cordial e íntima devoción que deben a María
santísima y los favores que con ella pueden alcanzar y con el olvido y poca
atención desmerecer. Considérense, pues, más beneficiados y obligados que
otros fieles. Estimen su tesoro, gócenle felizmente y no hagan del propiciatorio
de Dios casa inútil y común,
convirtiéndola en tribunal de justicia,
pues la puso María santísima para taller o tribunal de misericordias.
10.- Acabó la pequeña capilla donde está la
santa Imagen y columna, con favor y asistencia de los Ángeles
Pasada la visión de María santísima, llamó
Santiago [Mayor] a sus discípulos, que de la música y resplandor estaban
absortos, aunque ni oyeron ni vieron otra cosa. Y el gran maestro les dio
noticia de lo que convenía, para que le ayudasen en la edificación del sagrado
templo, en que puso mano y diligencia; y antes de partir de Zaragoza
[Caesaraugusta in Hispania] acabó la pequeña capilla donde está la santa Imagen
y columna, con favor y asistencia de los Ángeles. Y después con el tiempo los
católicos edificaron el suntuoso templo y lo demás que adorna y acompaña
aquel tan celebrado santuario. El Evangelista San Juan no tuvo por entonces
noticia de esta venida de la divina Madre a España, ni ella se lo manifestó,
porque estos favores y excelencias no pertenecían a la fe universal de la
Iglesia y por esto las guardaba en su pecho;
aunque declaró otras
mayores a San
Juan y a los otros Evangelistas, porque eran necesarias
para la común instrucción y fe de los fieles. Pero cuando Santiago [Mayor]
volvió de España por Efeso, entonces dio cuenta a su hermano Juan Evangelista
de lo que había sucedido en la peregrinación y predicación de España, y le
declaró las dos veces que en ella había sido favorecido con las visiones de la
beatísima Madre y de lo que en esta segunda le había sucedido en Zaragoza
[Caesaraugusta in Hispania], del Templo que dejaba edificado en esta ciudad. Y
por relación del Evangelista tuvieron noticia de este milagro muchos de los
Apóstoles y discípulos a quien se lo refirió él mismo después en Jerusalén
para confirmarlos en la fe y devoción de la Señora del cielo, y en la confianza
de su amparo. Y fue así, porque desde entonces los que conocieron este favor de
Jacobo [Santiago Mayor] la llamaban y la invocaban en sus trabajos y
necesidades, y la piadosa Madre socorrió a muchos, y a todos en diferentes
ocasiones y peligros.
11.-
¿Cuándo sucedió
este milagroso aparecimiento de María santísima?
Sucedió este milagroso aparecimiento de María
santísima en Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania], entrando el año del
nacimiento de su Hijo nuestro Salvador de cuarenta, la segunda noche de dos de
enero. Y desde la salida de Jerusalén a la predicación habían pasado cuatro
años, cuatro meses y diez días, porque salió el Santo Apóstol año de treinta y
cinco, como arriba dije (Cf. supra n. 319), a veinte de agosto; y después del
aparecimiento gastó en edificar el templo, en volver a Jerusalén y predicar,
un año, dos meses y veinte y tres días; murió a los veinte y cinco de marzo del
año cuarenta y uno. La gran Reina de los Ángeles, cuando se le apareció en
Zaragoza [Caesaraugusta in Hispania], tenía de edad cincuenta y cuatro años, tres
meses y veinte y cuatro días; y luego que volvió a Jerusalén partió a Efeso,
como diré en el libro y capítulo siguiente; al cuarto día se partió. De manera
que se le dedicó este templo muchos años antes de su glorioso tránsito, como se
entenderá cuando al fin de esta Historia (Cf. infra n. 742) de la gran Señora
declare su edad y el año en que murió, que desde este aparecimiento pasaron más
de los que de ordinario se dice. Y en todos estos años ya en España era
venerada con culto público y tenía templos, porque a imitación de Zaragoza
[Caesaraugusta in Hispania] se le edificaron luego otros, donde se le
levantaron aras con solemne veneración.
(Extracto de la obra “Mística Ciudad de Dios”, de
la Venerable Sierva de Dios Sor María de Jesús de Ágreda).
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