17 de Octubre, SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, PADRE DE
LA IGLESIA Y MÁRTIR
El vivo recuerdo los héroes de la Fe
(=Mártires), nos amonesta haciéndonos ver-comprender que somos miserables, no
hemos dado a Dios lo necesario, no hemos sacrificado mucho por amor a Él.
Somos egoístas, solo pensamos en lo
que Él puede hacer por nosotros, luego, nos quejamos de lo que padecemos, pero
no entendemos que es consecuencia de lo miserables que hemos sido para con Dios
porque se cosecha la siembra.
Leer atentamente el extracto de una
de las cartas escritas por este Santo Mártir:
"Voy en pos de
aquel que murió por nosotros"
Habiendo tenido noticia de que
los fieles de Roma buscaban interponer toda su influencia para librarlo de la
mortal condena, se apresuró a dirigirles desde Esmirna una súplica
emocionante: "Escribo a todas las Iglesias y anuncio a todos que voluntariamente
muero por Dios si vosotros no lo impedís. Os ruego que no tengáis para mí una
benevolencia inoportuna. Dejadme ser pasto de las fieras por medio de las
cuales podré alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios que ha de ser molido por los
dientes de las fieras para ser presentado como pan puro de Cristo.
"Azuzad, al
contrario, a las fieras para que se conviertan en sepulcro mío sin dejar
rastro de mi cuerpo: así no seré molesto a nadie ni después de muerto. Cuando
mi cuerpo haya desaparecido de este mundo, entonces seré verdadero discípulo
de Jesucristo. Haced súplicas a Cristo por mí, que por este medio me vuelva
una hostia para Dios. [...]
"Que nada de lo
visible o de lo invisible me impida maliciosamente alcanzar a Jesucristo.
Vengan sobre mí el fuego, la cruz, manadas de fieras, quebrantamientos de
huesos, descoyuntamientos de miembros, trituraciones de todo mi cuerpo,
torturas atroces del diablo, sólo con que pueda yo alcanzar a Cristo. [...]
"Voy en pos de
aquel que murió por nosotros: voy en pos de aquel que resucitó por nosotros.
Mi parto está ya inminente. Perdonad lo que digo, hermanos: no me impidáis
vivir, no os empeñéis en que no muera; no me entreguéis al mundo, cuando yo
quiero ser de Dios. [...] "Os escribo estando vivo, pero anhelando la
muerte. Mi amor está crucificado, y no queda ya en mí fuego para consumir la
materia, sino sólo una agua viva que habla dentro de mí diciéndome desde mi
interior: ‘Ven al Padre' [...]
"Si fuera
martirizado, me habéis querido bien. Si fuera rechazado, me habéis odiado
" 7.
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Biografía
de San Ignacio de Antioquía
(?, hacia 35 - Roma, 107) Obispo de Antioquía,
mártir cristiano y uno de los Padres Apostólicos de la Iglesia. Se llamó a sí
mismo Theophoros (en griego, portador de Dios) y se cree que fue discípulo de San
Juan Evangelista. Durante el reinado del emperador romano Trajano fue
condenado a ser devorado por bestias salvajes.
En su viaje desde Antioquía hacia Roma, donde
tendría lugar su ejecución, escribió siete epístolas. Cinco de ellas estaban
dirigidas a las comunidades cristianas de Éfeso, Magnesia, Tralles, Filadelfia
y Esmirna, ciudades de Asia Menor que habían enviado representantes para darle
la bienvenida a su paso por ellas. Las otras dos tenían por destinatarios a
Policarpo, obispo de Esmirna, y a la comunidad cristiana de su destino, Roma.
Estas cartas constituyen una importante fuente
de información para conocer las creencias de los inicios del cristianismo
y la organización de la Iglesia cristiana primitiva. Ignacio las escribió como
advertencias contra las doctrinas heréticas, lo que permite a sus lectores contar
con resúmenes detallados de la doctrina cristiana.
También proporcionan un claro retrato de la
organización de la Iglesia como comunidad de fieles reunida en torno a la
dirección de un obispo, asistido por un concilio de presbíteros y diáconos. Fue
el primer escritor cristiano que insistió en la concepción virginal de Santa María
y que utilizó el término Iglesia católica para referirse a la colectividad de
fieles.
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