30 dic 2018

EVANGELIO DEL DOMINGO, meditación, último domingo del año


EVANGELIO DEL DOMINGO, meditación, último domingo del año



“Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos”.


Considerar que, si reina nuestra voluntad, Él es esclavo, el ‘yo’ se encuentra liberado y construimos un abismo-sepulcro, un delirio de orgullo, una evasión de la realidad.


 Jesús se encuentra sujeto-atado-limitado en nuestra vida, no es verdaderamente libre, no tiene la capacidad de hacer, disponer, decidir, no tiene el poder real.

 Esto sucede porque no se lo hemos concedido, solo hemos construido una apariencia de religiosidad, algo exterior, superficial, construimos en la arena.

 Él Es Dios, y Viene a instaurar su Reino, y un Rey hace Su Voluntad en sus dominios, instaura su Reinado.

 Esto significa que va a imponer Su Voluntad como Dios y Rey, va a obrar como Verdadero Salvador-Libertador Que Es.

 Va a derrotar el delirio de orgullo de cada uno, ese reino de caprichos y vanidades, nos va a sacar del abismo de egolatría narcisista miserable en el que nos hemos convertido.

 Va aniquilar esa estatua de orgullo delirante que es el ‘yo’, columna de humo que nos impide ver el Sol de la Luz Verdadera Que Es Él.

 Se va a liberar del dominio de nuestra voluntad miserable, mezquina, miedosa, limitada.

 Considerar que, si reina nuestra voluntad, Él es esclavo, el ‘yo’ se encuentra liberado y construimos un abismo-sepulcro, un delirio de orgullo, una evasión de la realidad.

 Nuestra tarea es discernir su Voluntad para acompañarlo, no oponernos, colaborar en la obra que Él quiere hacer en y de nosotros, debemos dejarlo que nos libere-salve, especialmente de nosotros mismos.

 Una última consideración, si le damos nada, Él multiplica la nada que le hemos dado y cada vez tenemos menos, nada por nada, es nada al cuadrado; a Dios debemos darle todo porque ahí abrimos las puertas para recibirlo a Él mismo, Dios Vivo y Verdadero.





Lecturas del próximo Domingo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo C


Primera lectura, Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.

Palabra de Dios


Salmo, Sal 127,1-2.3.4-5

R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

V/. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

V/. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

V/. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.


Segunda lectura, Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimos.

Palabra de Dios


Evangelio del domingo, Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor




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