22 dic 2018

EVANGELIO DEL DOMINGO, meditación, cuarto domingo de adviento


EVANGELIO DEL DOMINGO, meditación, cuarto domingo de adviento



Hoy meditamos: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”, (Lc 1, 43).




Hoy Dios mismo nos invita a postrarnos en su Divina Presencia preparándonos debidamente para recibirlo, estando atentos a su Voluntad, rindiendo el orgullo, abandonando el odio, olvidando el ego, entregándonos al amor verdadero.


 ¿Queremos participar realmente en la Navidad-Nacimiento del Señor?, Entonces, debemos abrir el corazón, debe haber un cambio real en nuestra vida.

 Hoy nos visita El Señor por medio de María Virgen invitándonos a salir del abismo del ego, pidiendo que depongamos el orgullo y que abramos el corazón al amor, que lo amemos verdaderamente a Él y al prójimo como a nosotros mismos.

 Tenemos que empezar a amar a Dios para que surja o se reencienda el fuego de un verdadero amor en el corazón.

 No amamos, no hay amor verdadero, real, puro y santo, digno de Dios en nuestro pecho, y esto se nota en el simple hecho de que vivimos preocupados por nosotros mismos, nos encontramos encerrados en el abismo del ego no haciendo otra cosa mas que pensar en el ‘yo’.

 ¿Pueden pasar mas de cinco minutos sin que pensemos en el ‘yo’?, Somos esclavos interiormente, luego, lo somos en todo exteriormente.

 Hay que empezar por el principio, y El Principio Es Dios, El Único Principio Es Dios, a Él debemos liberar para llegar a ser verdaderamente libres, y lo liberamos cuando nos entregamos totalmente a su Voluntad, cuando colaboramos en Que Se Haga Su Voluntad en nuestra vida, tal como lo dijo María Virgen.

 Podemos decir que la Visitación es una disputa de humildad, Humildad de María Virgen que lleva a Dios Vivo en su seno y humildad de Santa Isabel que recibe la visita de los Reyes del Cielo, Jesús, El Señor, y María, la Virgen Santísima, no sabiendo como anonadarse en su presencia.

 Hoy Dios mismo nos invita a postrarnos en su Divina Presencia preparándonos debidamente para recibirlo, estando atentos a su Voluntad, rindiendo el orgullo, abandonando el odio, olvidando el ego, entregándonos al amor verdadero.




Lecturas del próximo Domingo 4º de Adviento - Ciclo C domingo, 23 de diciembre de 2018



Primera lectura, Lectura de la profecía de Miqueas (5,1-4):

Esto dice el Señor: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemorables. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel. Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz».

Palabra de Dios


Salmo Sal 79,2ac.3c.15-16.18-19

R/. Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

V/. Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó,
y al hombre que tú has fortalecido. R/.

V/. Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.


Segunda lectura, Lectura de la carta a los Hebreos (10,5-10):

Hermanos: Al entrar Cristo en el mundo dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo —pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad». Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios


Evangelio del domingo Lectura del santo Evangelio según San Lucas (1,39-45):

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra de Dios



No hay comentarios.:

Publicar un comentario