1 dic 2018

EVANGELIO DEL DOMINGO, meditación, primer domingo de adviento


EVANGELIO DEL DOMINGO, meditación, primer domingo de adviento



“Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”,  (Lc 21, 34).


 Hoy en día las almas no progresan espiritualmente, ni siquiera se lo proponen, no se dirigen al Señor, no buscan lograr semejanza con Dios.

 Dios Es Amor, y las almas deben crecer en amor y voluntad de amar, pero no se esfuerzan en este sentido, por eso es que se alejan de Dios, abandonan la imagen y semejanza con Él.

 No les interesa perfeccionarse en el amor, solo ahí lograrían asemejarse a Dios.

 No sacrifican su orgullo, no dejan de alimentar su ego, pretenden vivir solo por y para sí, se vuelven soberbias desapegándose de la realidad.

 Verdaderametne se sumergen en el abismo de su ego donde permanecen evadidas de la realidad, absortas en sus miserias no haciendo otra cosa mas que preocuparse por sí mismas.

 Son miserables, no aman ni les interesa hacerlo, solo se preocupan por sí mismas, por ser amadas, logrando de esta manera, semejanza con demonios, no con Dios.

 Cultivan vicios y los defienden, se justifican en sus corrupciones abominables volviéndose perversas a imagen y semejanza de demonios en el mas completo olvido de Dios y en la mas absoluta negación de El.

 Es hora de reconsiderar el camino que llevan, las almas deben empezar a convertirse verdaderamente, por en el delirio de su orgullo corren ciegas al abismo eterno, y ni siquiera lo quieren ver.


Lecturas del Domingo 1º de Adviento - Ciclo C


Primera lectura, Lectura del libro de Jeremías (33,14-16):

Ya llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra.
En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “Es Señor es nuestra justicia”.

Palabra de Dios


Salmo Sal 24

R/. A ti, Señor, levanto mi alma

V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

V/. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

V/. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.


Segunda lectura, Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,12–4,2)

Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.
Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguir adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios


Evangelio Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21,25-28.34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».


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