17 feb 2019

Evangelio del domingo, 6º Domingo del tiempo ordinario, meditación


Evangelio del domingo, 6º Domingo del tiempo ordinario, meditación



“...¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.”, (Lc 6, 26).



 Hace El Señor su Paso Libertador por nuestra vida, pero no colaboramos, nos oponemos a Él y no lo entendemos, hasta llegamos a desconfiar aun hablando sobre Dios todo el tiempo.

 Nos apegamos al delirio de orgullo, a esa fantasía que decimos que somos, y dese el abismo del ego, vemos a Dios como enemigo, percibimos al Señor como contrario cuando nos quiere liberar del autoengaño, del apego a la mentira.

 Acá es donde se hace absolutamente necesaria la oración, el encuentro con Dios, el lugar y momento en el que Él nos corrige, porque así es como llegamos a colaborar verdaderamente en sus obras, en esa obra que Él quiere hacer en nuestro corazón, y luego, por y con nosotros, en el mundo.

 No entendemos lo complejo de los sentimientos y pensamientos, el mundo espiritual, todavía permanecemos sumamente apegados a lo terrenal, material, a la miserable existencia en este mundo.

 No comprendemos lo que Dios hace y quiere hacer, pero tampoco parece importarnos mucho, y de esta manera estamos desaprovechando su Paso Libertador por nuestra vida.

 No conocemos el Amor de Dios porque no nos hemos dejado amar por Dios todavía, no le hemos permitido que pase por nuestra vida y haga sus sobras, no hemos colaborado realmente con Él.

 Construimos apariencias de religiosidad, y son muy limitadas, no son lugar digno de Él, nos privamos de Dios cuando hablamos sobre Él todo el tiempo.

 Es hora de repensar lo que somos y hacemos, es el momento de considerar la vida que tenemos y deseamos tener, Dios está ahí, su Hijo, su Enviado, está ahí dispuesto a hacer su Paso Libertador por nuestra vida.

 Si no hemos comprendido aun la vida es porque no hemos entendido que Dios Es Amor y que ese Amor quiere nuestro Verdadero y Eterno Bien, es hora de escuchar a Dios, es el tiempo de abrirse en oración a Él para llegar a un verdadero encuentro capaz de cambiarnos realmente la vida, o mejor, de darnos verdadera Vida, su Vida en nosotros y en el mundo por medio nuestro.



Lecturas del próximo Domingo 6º del Tiempo Ordinario - Ciclo C


Primera lectura, Lectura del libro de Jeremías (17,5-8):

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.»

Palabra de Dios


Salmo, Sal 1,1-2.3.4.6

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol plantado
al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


Segunda lectura, Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,12.16-20):

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Palabra de Dios


Evangelio del domingo, Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,17.20-26):

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

Palabra del Señor



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